“Islas de frescor”: Investigador USM lidera estudio sobre resiliencia térmica de campus universitarios chilenos 

La investigación evaluará la capacidad que tienen distintos campus universitarios para actuar como reguladores del microclima de las ciudades, aportando a la sostenibilidad y a la calidad de vida en entornos urbanos cada vez más extremos. 

 

Por María José Aragonés G. | Periodista Dirección General de Investigación, Innovación y Emprendimiento.  

 

Las ciudades chilenas enfrentan con mayor frecuencia episodios de calor extremo, lo que vuelve urgente contar con infraestructura adecuada y sostenible que permita regular la temperatura de los espacios sin incurrir en un alto consumo energético. Este es el objetivo de la investigación del Dr. Massimo Palme, académico del Departamento de Arquitectura USM, titulada: «Islas de frescor. Una evaluación del aporte de los campus universitarios a la regulación microclimática urbana en ciudades chilenas».  

 

El foco de este proyecto Fondecyt Regular financiado por ANID está en comprender y fortalecer la eficiencia energética de campus universitarios: “Si vamos a transitar a nuevos climas es importante analizar el comportamiento térmico de los campus universitarios situados en diferentes zonas climáticas y contextos urbanos para determinar su capacidad de actuar como reguladores microclimáticos”. 

 

La morfología urbana, el tráfico vehicular, la reducción de zonas verdes, la escasez de agua y, en general, la actividad humana son factores que intensifican la sensación térmica en las ciudades. Frente a este escenario, los campus universitarios pueden marcar una diferencia gracias a su composición arquitectónica, ofreciendo una oportunidad para diseñar espacios más resilientes. La adecuada elección de materiales, junto con la incorporación de áreas verdes, cuerpos de agua, sombra y sistemas de ventilación natural, permite reducir la temperatura de manera más sostenible.  

 

Para esto la investigación escogió cinco diferentes campus universitarios, entre ellos, dos emplazamientos USM, ya que representan distintas configuraciones urbanas y zonas geográficas para comprender mejor este fenómeno: Campus de Casa Central y Campus San Joaquín de la Universidad Técnica Federico Santa María; Campus San Juan Pablo II de la Universidad Católica de Temuco; Campus Andrés Bello de la Universidad de La Serena; y finalmente el Campus Antofagasta de la Universidad Católica del Norte. En este sentido, el Dr. Palme comenta que “estos espacios son muy interesantes porque si bien pueden ser productores de calor, con sus laboratorios, servidores, etc., también algunos poseen grandes áreas verdes que pueden ser reguladores climáticos”.  

 

Para esto el equipo de trabajo tomará un registro de temperaturas durante un año en el interior de los recintos universitarios, así como en sus cercanías, donde se instalarán 40-50 data loggers de temperatura en cada caso de estudio. 

 

San Juan Pablo II de la Universidad Católica de Temuco

Rehabilitación de los espacios urbanos 

 

El proyecto se enmarca en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, particularmente en los relacionados con ciudades sostenibles y la acción por el clima. Se espera que los resultados no solo contribuyan a la investigación científica, sino que también a la toma de decisiones en urbanismo, arquitectura y planificación territorial. 

 

Los resultados de esta investigación serían el insumo inicial para generar orientaciones o guías de diseño para planificar la construcción de los campus universitarios y/o la rehabilitación de espacios que actualmente sufren con el calentamiento climático. En este sentido, Massimo Palme nos adelanta que la solución en su mayoría viene desde la ecología, ya que es necesario proteger y promover el aumento de áreas verdes como parte fundamental de la arquitectura universitaria, tales como: lagunas, humedales, plantaciones de árboles, pasto, etc.  

 

“Queremos avanzar en la creación de guías de planificación que a escala un poco mayor identifiquen las ciudades con mapas climáticos que digan dónde estratégicamente sería más oportuno invertir para que haya infraestructura educacional de ese tipo aprovechando su capacidad de regulación climática. Este trabajo puede ser una oportunidad para un cambio de normativa”, zanja el experto.   

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